El lugar más feliz sobre la Tierra
OCHO

Mientras manejo por la autopista, Clara duerme en el asiento del acompañante. Tiene la mano en mi regazo, apoyada suavemente. Me dificulta mover la palanca de cambios, pero aún así la dejo en el mismo lugar. Puedo verle la cara, en intervalos de oscuridad y luz de los autos que vienen de frente. Los labios están apretados y unos mechones de pelo le tapan el ojo derecho. Hace una mueca involuntaria, moviendo varios músculos. Miro el camino y luego el tablero, que marca luces verdes y naranjas. Los vidrios empiezan a empañarse un poco, así que bajo la calefacción. Clara se mueve y, sacando la mano de mi pierna, tapa sus hombros con su campera. Se acurruca más en el asiento y suspira.
En la radio un hombre canta un tema en inglés, acompañado por máquinas. Trato de escuchar atentamente la letra. Un auto pasa muy deprisa por el carril al lado mío. Manejo algo lento, tratando de no hacer notar que tal vez bebí un poco de más en la fiesta. Se trataba del cumpleaños de Fernando, un amigo que Clara y yo teníamos desde antes de conocernos. Tiene un departamento bastante grande y bien arreglado, combinando muebles de primera línea con floreros y otros adornos. Cuando llegamos había alrededor de veinte personas, separadas en pequeños grupos que discutían y tomaban tragos. La puerta estaba abierta, y desde el comedor se podía ver cómo entraba gente desde el ascensor.
Pasados dos minutos de llegar, me encontraba en el balcón hablando de ángulos fotográficos. Fernando hace cine y su casa está repleta de camarógrafos. Mientras escuchaba cómo se puede usar el conocimiento de fotografía para crear planos más interesantes, me terminé un vaso de gin tonic y asentí con la cabeza, tratando de acordarme dónde estaba el baño.

23.8.06 // 4:08 a. m.


Textos escritos por Nicolás Guerrero entre el 7 de julio y el 22 de agosto a las 2:10 AM.